El jueves 23 de marzo de 1911 el diario El Comercio en su edición matutina publicó la noticia del choque de un tranvía con un coche tirado por caballos "milord" donde viajaban dos señoritas: Enriqueta Amézaga y Rosa San Juan, las que se salvaron al arrojarse del vehículo.
El milord era un vehículo de cuatro ruedas tipo victoria, cuyo pescante iba montado sobre la parte delantera de la caja. Tenía capota plegable y capacidad para dos pasajeros. Era un vehículo de lujo, generalmente usado por personas distinguidas. En este caso, tanto Enriqueta Amézaga como Rosa San Juan provenían de familias vinculadas con los más importantes círculos literarios y políticos de la época.
Ellas se conocían desde niñas y, por ese motivo, eran como hermanas y se profesaban un gran cariño.
Ya adultas y casadas, ambas compraron una vivienda en la misma calle; su tía en el número 4 y mi madre en el 14 y, lógicamente, pasaban gran parte del día juntas e iban a todos lados cogiditas del brazo.Siendo muy jóvenes, las unía una gran amistad, se conocían desde niñas y compartían penas y alegrías. Ambas pasaron momentos de desolación con el fallecimiento de familiares directos.
Enriqueta Amézaga, era hermana del escritor y poeta Carlos Germán Amézaga (1862-1906), vicepresidente del diario "Ateneo de Lima" y fundador del Círculo Literario, quien ocupó en dos oportunidades el escaño de diputado durante el gobierno de Nicolás de Piérola. Otro de sus hermanos fue Emilio Germán Amézaga (1870-1931), compositor de varios valses criollos. Su padre, Mariano Amézaga (1834-1894), no menos famoso, fue un importante abogado, escritor, colaborador del diario El Comercio, considerado como un liberal y anticlerical. Su tía, Juana Rosa (1853-1904) fue una reconocida poetisa y ensayista profundamente católica 1/. Son los Amézaga descendientes directos del conquistador Diego de Agüero, primer alcalde de Trujillo y uno de los que acompañó a Pizarro en la fundación de Lima 2/, así como de Nicolás de Ribera el Mozo y Juan de Garay el fundador de Buenos Aires.
El milord era un vehículo de cuatro ruedas tipo victoria, cuyo pescante iba montado sobre la parte delantera de la caja. Tenía capota plegable y capacidad para dos pasajeros. Era un vehículo de lujo, generalmente usado por personas distinguidas. En este caso, tanto Enriqueta Amézaga como Rosa San Juan provenían de familias vinculadas con los más importantes círculos literarios y políticos de la época.
Ellas se conocían desde niñas y, por ese motivo, eran como hermanas y se profesaban un gran cariño.
Ya adultas y casadas, ambas compraron una vivienda en la misma calle; su tía en el número 4 y mi madre en el 14 y, lógicamente, pasaban gran parte del día juntas e iban a todos lados cogiditas del brazo.Siendo muy jóvenes, las unía una gran amistad, se conocían desde niñas y compartían penas y alegrías. Ambas pasaron momentos de desolación con el fallecimiento de familiares directos.
Enriqueta Amézaga, era hermana del escritor y poeta Carlos Germán Amézaga (1862-1906), vicepresidente del diario "Ateneo de Lima" y fundador del Círculo Literario, quien ocupó en dos oportunidades el escaño de diputado durante el gobierno de Nicolás de Piérola. Otro de sus hermanos fue Emilio Germán Amézaga (1870-1931), compositor de varios valses criollos. Su padre, Mariano Amézaga (1834-1894), no menos famoso, fue un importante abogado, escritor, colaborador del diario El Comercio, considerado como un liberal y anticlerical. Su tía, Juana Rosa (1853-1904) fue una reconocida poetisa y ensayista profundamente católica 1/. Son los Amézaga descendientes directos del conquistador Diego de Agüero, primer alcalde de Trujillo y uno de los que acompañó a Pizarro en la fundación de Lima 2/, así como de Nicolás de Ribera el Mozo y Juan de Garay el fundador de Buenos Aires.
Referencias:
1/ Colaboradores y corresponsales del semanario literario "El Álbum" (1874-1875), César Salas Guerrero
Universidad de San Martín de Porres. Boletín del Instituto Riva Agüero Nº 35, 2009.
2/ Tradiciones peruanas, Séptima serie, Ricardo Palma. 1896.
Choque en la calle del Puno
DOS SEÑORITAS EN PELIGRO
Ayer, a las 4 y 15 de la tarde se realizó en la calle del Puno, un suceso que pudo ser de graves consecuencias.
El carro del eléctrico urbano No. 60, que por descuido del motorista, Carlos Bendezú, no hizo en esta esquina la parada reglamentaria, arrolló al milord No. 60, manejado por el auriga Julio Mugaburu y que iba ocupado por las señoritas Enriqueta Amézaga y Rosa San Juan.
El choque fue violento, siendo arrastrado el milord en una extensión de siete metros; salvando las dos señoritas, milagrosamente debido a su serenidad, al arrojarse a tierra.
En cuanto a los caballos del milord, resultaron con varias heridas e inutilizándolos para el servicio.
El milord, de propiedad de la señora Rosa Barquero, resultó también con algunos desperfectos.
Algunos caballeros que se encontraban en el teatro del suceso, prestaron á las señoritas Amézaga y San Juan los auxilios necesarios. al mismo tiempo que protestaron por la imprudencia del motorista Bendezú.
1/ Colaboradores y corresponsales del semanario literario "El Álbum" (1874-1875), César Salas Guerrero
Universidad de San Martín de Porres. Boletín del Instituto Riva Agüero Nº 35, 2009.
2/ Tradiciones peruanas, Séptima serie, Ricardo Palma. 1896.
Choque en la calle del Puno
DOS SEÑORITAS EN PELIGRO
Ayer, a las 4 y 15 de la tarde se realizó en la calle del Puno, un suceso que pudo ser de graves consecuencias.
El carro del eléctrico urbano No. 60, que por descuido del motorista, Carlos Bendezú, no hizo en esta esquina la parada reglamentaria, arrolló al milord No. 60, manejado por el auriga Julio Mugaburu y que iba ocupado por las señoritas Enriqueta Amézaga y Rosa San Juan.
El choque fue violento, siendo arrastrado el milord en una extensión de siete metros; salvando las dos señoritas, milagrosamente debido a su serenidad, al arrojarse a tierra.
En cuanto a los caballos del milord, resultaron con varias heridas e inutilizándolos para el servicio.
El milord, de propiedad de la señora Rosa Barquero, resultó también con algunos desperfectos.
Algunos caballeros que se encontraban en el teatro del suceso, prestaron á las señoritas Amézaga y San Juan los auxilios necesarios. al mismo tiempo que protestaron por la imprudencia del motorista Bendezú.